Esta entrada está dedicada a estas pequeñas cosas que considero que tengo que cambiar. Algunas de ellas porque ya es hora, otras porque me molestan y otras porque son topicazos que todo el mundo hace, se queja, pero no cambia.
- Sonreír cuando no entiendo las cosas. Aquí hace falta decir que es necesario vivir en el extranjero para caer una y otra vez en el mismo error. Si lo haces cuando vives en tu propio país, entonces se debe a ingestiones masivas de alcohol que producen que tus sentidos se distorsionen un poco, o que te encuentres en zonas con alta contaminación acústica como por ejemplo una discoteca, concierto o transporte público. Por favor, dejemos de sonreír de una vez por todas. Al final nunca sale bien la cosa y si ves que la otra persona se queda con cara de tonto, recurrimos a decir: ¿Perdona? Es que no te había escuchado bien…
- Ponerme objetivos que sé que nunca voy a cumplir. Y es que cuantas veces hemos intentando hacer más deporte, ahorrar un poco más de dinero, cocinar más en vez de comprar comida para llevar… Son metas destinadas al fracaso antes de ver la luz.
- Contar las horas que me faltan para que se acabe el turno de trabajo. ¡Ya está bien! ¡De esta manera las horas pasan más despacio! Es que es entrar al curro, que pasen unos 5 minutos e inmediatamente pensar: bufff… cuanto tiempo ha pasado ya, ¿no? Miro el reloj y ¡ya la he cagado! Ahora estaré el resto del día haciendo una absurda cuenta atrás que parece que nunca llegue a 0.
- Repetir las cosas. Esta es muy, muy personal. Todo el que me conozca sabe la cantidad de veces que puedo repetir las cosas. Muchas veces se produce porque no sé a quién le he contado las cosas ya, o entre alguien del grupo se encuentra otra persona con la que ya he hablado del tema. Pero de todos modos, como dirían los del APM: ¡NO REPITAS!!
- Pensar que habría sido de mi futuro si hubiera estudiado otra cosa. No lo puedo evitar pero lo debo de cambiar. No puede ser que siga pensando en esto, porque simplemente no lleva a ningún lado. Hay veces que se comenten errores y otras veces que estos sentencian tu futuro. Pero hay que pensar: bueno, esto es lo que tengo. Por bien o por mal. Ahora, ¿qué puedo hacer?
- No comer bien o suficiente y dormir demasiadas horas un día y otros muy pocas. Esto se debe más que nada a mi salud. Hay que tener un orden en la comida y el dormir. Sino luego no me encuentro bien físicamente. Hay días que por pereza no cocino y acabo comiendo basura. Otras veces duermo 10 horas sin parar porque el día de antes sólo pude dormir 5. En el orden y la rutina está la clave del éxito.
- Estresarme con pequeñas cosas. No hay que ponerse de los nervios tan rápidamente. Así ganaremos en salud. Pasamos de 0 a 100 en nada y cuando te paras y lo piensas, tampoco era para tanto. Si pensamos un poquito más antes de actuar, nos evitamos tiempo, esfuerzo y disgustos.
- Cantar y bailar como si soy el rey de la pista cuando llevo unas cuantas copas de más. Todos somos fantásticos, bailamos súper bien y cantamos mejor cuando vamos borrachos. Es un hecho. Pero cuando tú vas sobrio y ves a los demás hacerlo en seguida piensas: ¡¡NOTAS!! Luego a la mañana siguiente cuando te despiertas y empiezas a tener flashes en tu mente, te quieres morir. Hay que controlarse un poquito, que luego vemos los castings de Fama ¡a bailar! o de Factor X y nos sorprendemos.
- Gritar a los extranjeros. No son sordos, simplemente no entienden el idioma. Es irremediable alzar el tono de voz. Nos sale natural. ¿Es preciso? Muy probable que no.
- Y el último, no podía ser menos que un topicazo: Decir “esta es la última vez que bebo”. Ole, ole y ole. Viva la hipocresía. Siempre suele ser por la mañana, temblando y con una resaca tremendísima peor que la de los controladores de calidad de una destilería. Por favor, gente. ¿A quién se pretende engañar? Dejemos de molestar a la gente con semejante frasecita que todos sabemos que va a ser que no. Que el próximo fin de semana vas a acabar por los suelos, gritando a los guiris y dándolo todo en la pista de baile al más puro estilo Lady Gaga.